¿Qué es una convulsión?
Es un trastorno súbito de la función y de la actividad eléctrica de las neuronas que descargan en forma exagerada o desorganizada los impulsos eléctricos.
Vale aclarar que la convulsión es un síntoma, por eso es necesario estudiar cuáles son las causas que la desencadenan.
¿Cómo se presenta una convulsión?
La convulsión se desarrolla de diferentes formas. Puede provocar sacudidas en todo el cuerpo o solo en algunas partes, como las extremidades. O, por el contrario, también pueden generar rigidez.
Algunos niños tienen la mirada perdida o realizan movimientos abruptos con los ojos.
Además, es habitual que se pierda el control de esfínteres y, por consiguiente, que se escape la orina o la materia fecal.
La respiración puede ser muy ruidosa, o bien interrumpirse por unos segundos.
Después del episodio, el niño suele mostrarse confuso y somnoliento, es normal que caiga en un sueño muy profundo durante unos minutos.
Su duración también es variable, en general se presentan durante algunos segundos o minutos, sólo en rarísimas ocasiones exceden los 15 minutos.
¿Cuáles son sus causas?
Las convulsiones pueden suceder por un trastorno que tiene su origen en el cerebro o bien por una afección de otra parte del organismo que repercute en el cerebro. Las causas más comunes son:
- Trastornos del metabolismo: alteraciones en la glucosa, el calcio, el magnesio y otras sustancias del organismo.
- Aumento brusco de la temperatura corporal (fiebre)
- Afecciones cerebrales: tumores, epilepsia, malformaciones, hemorragias, etc.
- Falta de oxigenación
- Enfermedades genéticas
- Envenenamiento o intoxicaciones
¿Qué son las convulsiones febriles?
Son aquellas causadas por la fiebre. Generalmente se producen en bebés y niños de hasta 5 años de edad. Si bien no es un hecho directo, cualquier persona puede presentar convulsiones a temperaturas corporales muy elevadas. En el caso de los niños menores de 5 años, probablemente por inmadurez de los centros reguladores de la temperatura el umbral convulsivo se encuentra descendido lo que hace que puedan sufrir convulsiones a menores temperaturas. Es importante señalar que las convulsiones febriles no generan secuelas.
¿Cómo se debe proceder ante una convulsión?
Si tu niño padece una convulsión debes acostarlo boca abajo o de costado para evitar que se ahogue en caso de que vomite. Aunque se trata de un momento de mucha tensión, es importante que mantengas la calma y prestes atención para poder describir al médico con el mayor detalle posible cómo se desarrolló la convulsión.
No es necesario introducir los dedos en la boca ni agarrarle la lengua, ya que la convulsión no provoca atragantamiento. Tampoco se le debe suministrar agua, sal o fármacos sin indicación médica. La convulsión cede sola, no es necesario sujetarlo, zamarrear, ni nada por el estilo, solo hay que permanecer al lado del niño para evitar que se golpee o se caiga.
Por último, hay que destacar que si bien las convulsiones no provocan la muerte, siempre son una emergencia; por eso es necesario acudir al hospital o centro de salud más cercano.
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