Según algunos estudios, la succión no nutritiva provocaría que los dientes centrales inferiores se desvíen paulatinamente hacia dentro, mientras que los que se encuentran en el maxilar superior, tienden a separarse y a sobresalir hacia fuera (dientes de conejo). Con el tiempo, los colmillos chocan entre sí y ambas filas de dientes no se cierran correctamente, lo que se conoce como mordida abierta. Además, la acción de succionar pone en funcionamiento una serie de músculos de la cara que, junto con la posición de la lengua, hacen que, finalmente las líneas superiores e inferiores pierdan su paralelismo. Por ello los pediatras aconsejan limitar el uso de la chupa hasta el año de vida.
En definitiva, el uso de la chupa es perjudicial en algunos casos contados que hemos de tener en cuenta. La clave está en controlar los tiempos, ir reduciendo su uso y prepararse para un adiós difícil.